En Cercedilla a mitad del siglo XX existía un BUEN COMERCIO EN GENERAL estando a la cabeza de los pueblos de alrededor, con establecimientos familiares en los que se "despachaba" en algunos con productos exclusivos y en otros de todo un poco, se conocían como: Ultramarinos, Comestibles, Economatos, Carnecería, Frutería, Estanco, Botica, Bazar, Mercería con la venta de telas y lanas, Pescadería, Carbonería, Panadería, Pastelería etc., menos Lecherías que al haber tanta producción vendían la leche en su propio domicilio. Todos los comercios estaban distribuidos generalmente a lo largo de la carretera que cruza el pueblo, pero en distintas zonas del mismo, desde la Carretera de Los Molinos "Mira Sierra", "la Estación", "Cruce de la vía" "Centro del Pueblo" y "San Antonio" y otros en las calles próximas.
Sería interesante por lo importante que fue en aquellos años el abastecimiento a los vecinos y al alto incremento de veraneantes muchos propietarios, otros alquilados en las casas particulares y a veces en casas en compañía, y de distinto poder adquisitivo, pero siempre incrementando las ganancias a los COMERCIOS, Se podría escribir un gran libro (con la colaboración del que este dispuesto a dar información), ya que en muchos casos afortunadamente ha pasado de padres a hijos el establecimiento y algunos con 3, 4 y 5 generaciones y que tantos años han sido abastecedores de las necesidades de todos los vecinos y visitantes, HACIENDOLES ASI UN MERECIDO RECONOCIMIENTO, y que muchas anécdotas podrían contarnos de aquellos años.
ADEMAS DE ESTE COMERCIO PERMANENTE EN CERCEDILLA, EXISTÍA COMERCIO FORANEO, a lo largo de bastantes años ofrecían sus productos o sus servicios a la puerta del domicilio, por un momento cerremos los ojos y pongamos nombre y figura a alguno de ellos que así se les llamaba:
El "Tío de las telas", cargado con dos grandes maletones de cuero, uno a la espalda y otro en la mano ofreciendo, toda clase de telas en pieza para confeccionar sábanas, retores para poner piezas a las mismas, para hacer mantelerías, colchones, cortes de falda, de vestido o de delantales, toallas, paños de cocina etc., unas de las principales compradoras eran jóvenes casaderas para hacerse el ajuar.
El "Tío de los martes" con su mercancía casi traía las cosas de encargo y de todo un poco, a veces lo cobraba a plazos, por eso venia los martes a vender y cobrar semana tras semana la cantidad acordada con la compradora sobre el articulo adquirido.
El "Tío de las especies" , con su pequeña romana y alforja de varios bolsillos, ofrecía azafrán, anises comino y clavo, oregano y pimentón sobre todo para las matanzas en otoño e invierno, sus principal clientela.
El "Mielero" principalmente en verano con su cesta de dos tapas al brazo y su recipiente con miel en la mano, ofrecía productos de la "alcarria", que pesaba en una pequeña romana, la mantequilla y la miel al peso en gramos en un recipiente que le daba la compradora, primero le pesaba para poder echarla, en el caso de la mantequilla después se cubría con agua para que se conservarla.
El "Cangrejero", en verano y en su bicicleta con dos cajones de madera y tapados con una rejilla y colocados en el transportín con peces de rio y cangrejos vivos.
El "Uvero", en verano venían varios con su mula y dos serones donde transportaban la mercancía a las casas con su correspondiente romana, solían ser de Serranillos (Avila), traían uva variada, albillo, villanueva y negra.
El "Vinatero y Aceitunero" también en caballería, ofrecía por litros y en garrafa vino blanco y tinto y aceitunas crudas por kilos al principio de temporada para ser aliñadas a gusto de la persona que las compraba.
El "Tio Juan" de el Escorial con su tartana tirada por su caballo en cualquier temporada, ofrecía los productos de su huerta, recién cogidos en las distintas épocas.
El "Afilador", como muchos de los compañeros de Orense con su carrito de madera con el taller montado y su silbato, aprovechando la clientela de las carnecerías, hacia llamamiento para afilar los cuchillos y tijeras a la puerta de las casas.
El "Paraguero y Lañero" arreglaba en el momento las varillas de los paraguas, y ponía lañas de estaño en cualquier cacharro esmaltado, cubo o barreño de cinc que tuviera un agujero pequeño. con sus utensilios y sobre todo en el cacharro con ascuas que las avivaba dándole vueltas y más vueltas como un molinillo.
El "Botijero", en burro o mulo con los serones cargados debidamente con paja entre botijos, cántaros, vasijas, ollas, pucheros etc. todo ello de barro fino de color rojo y blanco, sin que faltaran para los más pequeños/as "botijines y jarritas" para beber ellos/as, solían venir a principio de verano quedándose varios días, se iban a otro pueblo y luego volvían hasta terminar la venta de lo que traían.
El "Lanero" ofrecía la lana de las ovejas para hacer colchones, almohadas, o reponer los que ya estaban algo mermados, principales clientas las que montaban casa nueva, y las jóvenes casaderas.
El "Capador" que no faltaba en ningún pueblo, y que sus clientes eran los ganaderos, carniceros y las personas que tuvieran cerdos para vender o hacer las matanzas para su consumo.
Los "Colchoneros/ras", no se les `puede encuadrar como foráneos porque siempre han sido de aquí o han vivido aquí, se dedicaban hacer colchones en la calle a la puerta de los domicilios, vareaban la lana repetidas veces con un palo largo y curvo en un extremo, la colocaban encima de una de las tapas en forma de colchón, una vez terminada de varear y repartir toda la lana por partes iguales la cubrían con el resto de la tapa y cosían una con otra, ponían las cintas en los agujeros correspondientes para que estuviera la lana sujeta por tramos y ellos/as colocaban el colchón en la cama.
El "Pielero", unas veces de fuera y otras con residencia aquí, compraba las pieles de las reses a los carniceros, ganaderos y al matadero municipal, para venderlas.
El "Sastre", venia los domingos buscando su clientela para confeccionar los trajes a medida a los caballeros, haciéndoles varias pruebas a hasta terminar la prenda.
El "Relojero" ofrecía su servicio en un lugar fijo, unas veces dentro del local y otras en plena calle reparaba los relojes en poco tiempo o en el momento incluso estando presentes los dueños.
El "Lotero", ofreciendo lotería para los más señalados sorteos, que por suerte dio varios premios gordos, haciéndole crecer su clientela.
El "Cestero" que ofrecía a las amas de casa sus cestos de mimbre, para llevar la ropa a lavar al rio o al lavadero.
El "Chatarrero", que recogía en su carro de los domicilios toda clase de hierros, chapa, plomo y cobre.
Es la hora de reconocer su trabajo con su cargamento y constancia, unas veces en el tren, en el coche de línea, en burro, en mulas, en bicicleta, con carro o como se les ocurriera, unos vociferando lo que llevaban, otros llamando a las puertas, siempre tenían clientela, algunos regresaban en el día y otros se quedaban hasta vender su mercancía. Seguro que me falta por nombrar a alguno, si así es agradezco al que lo sepa que me lo recuerde a través del correo.